Navax, a como le dicen sus amigos a Óscar Enrique Navarrete Aguilar, nació en el corazón de Managua en 1969, en el humilde barrio Río Sol.
Ha sido un eterno portador de cámaras y un narrador de realidades a través del lente y hoy a través de libros.
Su infancia, marcada por las travesuras artísticas de rayar paredes y copiar a calco de lápiz de grafito las caricaturas de los periódicos, pronto se transformó en una pasión por plasmar el mundo que lo rodeaba.
Del trazo del lápiz al juego de luces y sombras, descubrió que la fotografía era su verdadero lienzo y en medio de una Nicaragua asolada por la guerra en los años 80, Navarrete encontró su voz a través del objetivo de una cámara. Lea también: Entre luces y sombras: el mundo fotográfico de Óscar Navarrete
En un país donde los tiempos eran difíciles y la juventud se enfrentaba a la incertidumbre, él optó por rebelarse con arte, desafiando al status quo de la guerra con su visión gráfica del mundo.
Sus fotografías no solo cuentan historias, también reflejan las cicatrices emocionales de una generación atrapada en el torbellino de la conflagración militar de los años 80.
Su viaje hacia la maestría fotográfica no fue un camino fácil. Desde sus primeros días como aprendiz, acompañado por la brújula y la camaradería de la guerra, hasta su paso por las filas del Ejército, donde intercambió el fusil por la cámara, Navarrete siempre supo capturar la realidad de cada momento, incluso cuando la muerte acechaba a la vuelta de la esquina.
La herencia del conflicto dejó un legado amargo en la vida de Navarrete, quien luchó contra sus propios demonios en forma de alcohol, drogas y relaciones turbulentas.
Sin embargo, a pesar de las sombras que acechaban su camino, Navarrete nunca perdió su pasión por el arte de la luz. Con cada clic de su cámara, desafió al olvido y preservó la memoria de aquellos que fueron borrados por el rugido de la historia.
Y justo cuando creyó haber curado las heridas de la guerra, llegó el 18 de abril de 2018, con nuevas muertes, más dolor y terror que captó con su cámara en una Nicaragua vestida de luto.
Hoy, con casi 40 años de experiencia en su haber, Navarrete continúa siendo un testigo de la vida en todas sus formas,
un dibujante de la luz que capta, desde el exilio, los dolores de los migrantes, las esperanzas de las mujeres resilientes, las durezas que enfrentan los indígenas desterrados de Nicaragua y las peripecias de los periodistas que, como él, fueron obligados a abandonar su patria y dispersarse por los rincones más oscuros del mundo.
Los secretos que lo convirtieron en un foto periodista versátil
Estar informado: una rutina en la vida de Óscar Navarrete
«Religiosamente, lo que hago es leer las noticias al levantarme y al acostarme y no solo consumo noticias de Nicaragua, ahora me informo sobre Costa Rica, leo distintas plataformas, reviso
las redes sociales, noticieros televisivos, llamo a los colegas y hablo con las fuentes que pueda, hago todo lo que pueda para obtener información pues asumo esto como parte de mi trabajo».
Óscar Navarrete: el hábito de reflexionar
«Nicaragua es un país cuya sociedad tiende a polarizarse, yo evalúo mi trabajo y lo que publico, por ejemplo, los años 80s fueron una época tan dolorosa y radical para Nicaragua que aun duele, hay mucho por decir de esa década aun oscura, yo tengo fotos de esa época que me he reservado de publicar, no como autocensura, sino por prudencia, sí yo hubiese publicado mis fotos de la guerra muchos hubiesen señalado que quería hacer apología de la misma ¿me entendés?».
«Yo estuve en la guerra como fotógrafo, pero use un uniforme y cargue mi cámara y un fusil, (porque en una guerra nadie va sin armas), si yo hubiese publicado mis fotos en los 90s muchos me hubiesen señalado de propagandista político y pues yo reflexioné y guardé mi trabajo para hacer memoria histórica a futuro y evitar provocar polémicas innecesarias»
"Estar abierto al cambio para adaptarse a nuevos desafíos"
Navarrete, es caracterizado como un profesional que muta rápidamente, igual trabaja fotografías como audiovisuales y recientemente ha empezado a escribir, ha ido adaptándose a los cambios tecnológicos y así como evoluciona con el uso de sus cámaras, también incursiona en otras áreas del periodismo, una visión de trabajo que aprendió con la guerra y la fotografía.
«Como fotorreportero vos alimentas la imagen con su información escrita, ya sea para archivarla y usarla más adelante, o para publicarle de inmediato, con sus datos básicos.
Yo iba más allá de los datos básicos, guardaba la historia de cada fotografía porque significaba no solo la imagen de
un soldado del servicio militar, por ejemplo, sino la historia de ese personaje que quizás era mi amigo y yo sabía que podía morir porque en la guerra cada día corrés el riesgo de morir. Entonces en el ejército me sometí más a la disciplina de escribir la historia de las imágenes».
«Me acuerdo que en el ejército teníamos un jefe muy exigente, en ese tiempo vos sabes que todo era análogo no era digital, y nos decía ‘escriban en el sobre toda la información pues las imágenes van para la revista militar o para las agencias y cuando estemos en la montaña no nos van a estar preguntando dónde ocurrió esto’, entonces nosotros teníamos que escribirlo con detalles, recuerdo que incluso lo escribíamos a mano con lápiz de grafito».
“Luego en armada levantaban la información en texto para posteriormente montarlo en el diseño gráfico, todo eso manual”, así empezó Navarrete a convertirse en documentalista de la historia, uno que ha ido creciendo con el paso de los años».
“Ahora todo es digital y uno debe estarse capacitando para mantenerse actualizado en el uso de las herramientas, yo he llevado un montón de cursos, incluso a nivel de diplomados en la Universidad de Costa Rica, otros con La Prensa, con PCIN y así…»
Versatilidad: Navarrete pasa del fotoperiodismo a la escritura documental para generar opinión
«El fotoperiodismo es un género híbrido del periodismo, te ayuda a ver las cosas de otro modo. Yo he aprendido a generar opinión a través de la fotografía, del contacto humano con las desgracias y los desastres, porque toda imagen genera opinión, es inevitable. He aprendido del periodismo para ir más allá de la fotografía»
“Ese ir más allá” lo encamino hacia la escritura y en ese andar descubrió que escribir es un proceso y como le pasa a los artistas o deportistas que están empezando su carrera, Navarrete afirma “yo voy a pura práctica y lectura teórica.
«La etapa de pánico escénico es igual, en mi caso yo las cosas que escribía me las guardaba para mí y no las publicaba, pero por las circunstancias de La Prensa, la asfixia económica que sacó a muchos reporteros, el exilio entre otros motivos dejo puestos vacíos y me puso a escribir foto reportajes y otras historias cortas”.
En esa exploración en la escritura Navarrete rompió el pánico escénico y llegó a “Mi nombre es abril” su primer libro publicado “una línea de tiempo desde la rebelión social de abril de 2018 hasta culminar con mi exilio; digo mi exilio, porque el
exilio es parte de la vida de millones de nicaragüenses, los que nos fuimos y los que se quedaron allá, las familias, las víctimas y a todos los que de una u otra forma nos afectó la represión y el exilio” afirma Navax.
En este foto libro, Navarrete amplía su mirada plagado del sentimiento que le produce su condición de fotógrafo en exilio. “Allá [en Nicaragua] la gente no se imagina el exilio, es doloroso y triste, es difícil en cualquier parte del mundo, pero Costa Rica es literalmente más caro, imagínate que ironía: nosotros los exiliados venimos del segundo país más pobre de Latinoamérica al país más caro de Centroamérica, uno de los más caros de Latinoamérica…”
Las carencias económicas lo hacen empatizar con las mujeres en el exilio y sus luchas “Aquí hay un grupo de mujeres que son emprendedoras, luchadoras y han sabido salir adelante. Yo las admiro mucho porque este grupo de mujeres no solo resisten,
también están en resiliencia y se están reinventando para sobrevivir en un país como este que es bien caro” mujeres que para Navarrete también son un reflejo del abril nicaragüense de 2018.
Dejarse inspirar
Tras bastidores y desde una iniciativa muy personal Oscar Navarrete escribe en silencio lo que él llama “su aporte a la memoria histórica de Nicaragua”, tres textos inéditos sobre la guerra y su experiencia en la misma, una trilogía fotográfica inspirada en su hija y su necesidad de historia “papá creo que deberías de escribir tus memorias como fotógrafo de guerra”. Entonces “le dije que ¡sí!, y lo hago ahora aprovechando que puedo escribir mejor porque gracias a Dios tengo intacta mi memoria” afirma Navarrete.
«Yo creo que uno como periodista está comprometido en aportar su testimonio sobre la historia y la memoria de su país, hay que hacerlo con ética, con la responsabilidad histórica de escribir tal cual y como fueron las cosas».
«Deseo contribuir a la memoria histórica. La historia del país está mal contada o con grandes sesgos, muchas de las cosas que creíamos de niños o jóvenes no eran ciertas o estaban manipuladas, con una narrativa heroica que muchas veces es falsa o exagerada, entonces la idea de mis libros e imágenes es que queden como un legado».
Un motivación: "Al fin de cuentas Óscar Navarrete se ha enamorado de Nicaragua"
Su archivo fotográfico puede sobrepasar más de 5,000 imágenes, por ejemplo, “sobre 2018 tengo material para sacar varios libros. También tengo mucho material para hacer proyectos culturales como contribución al arte, a la cultura, la memoria y la historia de Nicaragua, tengo unas imágenes sobre las festividades religiosas que creo que ayudarían mucho a describir la historia de Nicaragua a través de la religión, ya no se diga de las elecciones, de los cambios políticos, de las protestas, del 6%, de los buseros, de las huelgas…” un archivo gráfico que guarda su mundo, su historia, su tierra, su vida en Nicaragua.
Comentarios de un testigo gráfico de la historia post moderna de Nicaragua.
Óscar Navarrete