Durante los años ochenta, el sandinismo detenía a disidentes en nombre de la seguridad nacional. Muchos de los presos eran indígenas miskitos acusados de colaborar con la Contrarrevolución, empresarios considerados “enemigos de clase”, líderes religiosos que denunciaban abusos del Ejército Popular Sandinista (EPS) y ciudadanía acusada arbitrariamente como “antisandinista”.
Para Beatriz, nuestra fuente anónima «la cárcel funcionaba como advertencia y castigo», una herramienta de control social que le permitía al sandinismo manejar un estadío de terror entre la ciudadanía.
Hay muchos ejemplos sobre las violencias de Estado cometidos por el sandinismo en nombre de la seguridad nacional y la lucha revolucionaria «Conocí a un policía de tránsito que lo metieron preso por una venganza del amante de su esposa, era sandinista y lo fue a acusar de antirrevolucionario, era mentira sólo querían desaparecerlo, como no hacían investigaciones, ni juicios, ni nada, su palabra bastaba para que te metieran preso o te desaparecieran, dependía del interés» afirma Beatriz.
Ortega retoma la lección (2008 – 2025), desde 2012 organizaciones defensoras de derechos humanos, como el Cenidh, reportaron la existencia de presos políticos en Nicaragua, personas encarceladas y torturadas por cuestionar al nuevo régimen sandinista.
Desde entonces, las cárceles nicaragüenses retomaron la función de ser centros de purga política para las personas que piensen distinto. Y aunque el contexto es distinto, Ortega, inhabilitado de escudarse en el discurso de guerra, creó la Ley 1055 —conocida como “Ley de Soberanía” (2020) — como un supuesto instrumento legal para encarcelar a más de un centenar de personas por razones políticas.
A las voces críticas se les acusa de “traición a la patria”, sin pruebas, sin defensa y sin juicio justo, todo se tipifica en la ley que juristas expertos han calificado como un «adefesio legal».
Para Luis Fley, excomandante de la Resistencia Nicaragüense, la represión actual supera incluso a la de los años de guerra.
«La represión ahora la han ejercido hasta para sus mismos compinches, podemos decirlo, porque gente cercana que estaba al lado de Daniel Ortega en los 80. Ahora están en la cárcel o en el exilio por no compartir la conducción del país que lleva el actual dictador», afirma.
Los métodos de neutralización también han mutado «más allá de la cárcel inexistencia de juicios, acusaciones o la difamación, la cárcel no es el único instrumento», según Fley «basta con vigilarlo, asfixiarlo económicamente o dejarlo sin ciudadanía» para desarticular a sus oponentes.

José Antonio Peraza, politólogo y expreso político, explica que la represión aunque tiene la misma base se vuelve más invisible, pero igual de efectiva.
«Te pueden meter a la cárcel, desaparecer, mandar a matar fingiendo un asesinato común y corriente, como si fuera un robo, cuando es un asesinato político» señala una estrategia que el sandinismo perfeccionó con su plan de exterminio de los comandantes de la Resistencia nicaragüense (1990 -2019), como ampliamente ha documentado el portal Expediente Público, o como reportaron titulares del diario La Prensa o Barricada en su momento.
