Expertos consultados afirman que el flujo de información que producen las nuevas plataformas periodísticas goza de una enorme credibilidad. Existen más de 20 plataformas que nacieron a partir de 2018, que son gestionadas desde el exilio. Estos medios de comunicación trabajan desde diferentes países del mundo para llevar la información actualizada al pueblo de Nicaragua que los sigue con mucha avidez y con altísima credibilidad, sin embargo, hacer periodismo crítico es un reto diario, pues el Estado de terror impuesto en el país hace que la autocensura sea un desafío para la prensa nicaragüense.
El periodismo hoy es más necesario que nunca, sostuvó Jennifer Ortiz, directora de Nicaragua Investiga durante un panel en 2022. » Es más necesario porque necesitamos que el mundo sepa lo que está sucediendo en Nicaragua, esa maquinaria de desinformación masiva que tiene el gobierno de Daniel Ortega, que siempre está vendiendo una imagen completamente distinta de lo que realmente sucede en el país”, dijo Ortiz. “Realmente son dos Nicaraguas. La Nicaragua real que es la que ustedes están viendo aquí: exilio, confiscación, muerte, más de 328 víctimas de 2018, más de 200 presos políticos, más de 140 periodistas exiliados. Eso dice mucho y contrasta con lo que el gobierno de Daniel Ortega ha dicho”.
Pero hacer periodismo a partir del estallido social en 2018, cuando el régimen de Ortega y Murillo escaló sus métodos represivos a niveles inimaginables, “es como hurgar en la oscuridad”, señala el periodista de investigación, Octavio Enríquez, quien recuerda que hasta las fuentes sufren represalias si se atreven a hablar.
Actualmente los medios de comunicación se topan con la pared de la autocensura en sus fuentes, incluso si las entrevistas se realizan vía telefónica y asegurando el anonimato o poniendo algún alias.
Existen, no obstante casos en los que sí se logra tener las declaraciones, los entrevistados te condicionan “no pongás mi nombre”, o te solicitan decir que son hombres en lugar de mujeres y viceversa, o simplemente decir “una persona” sin especificar el sexo, pero acceden a brindar la información.
El temor de las fuentes es comprensible. Nicaragua es un país donde hablar en contra de la dictadura es considerado un “delito”. Pero ese miedo va más allá de los temas políticos, incluso para asuntos económicos y sociales algunas personas prefieren no opinar o solicitar anonimato.
La alianza 4Mi - Cuatro Medios Informando en colaboración, integrada por: La Mesa Redonda, Galería News, República 18 y Boletín Ecológico, buscó fuentes de diversas instituciones públicas y tras varios días de concertar entrevistas, todas las personas contactadas para este trabajo decidieron no hablar.
Habíamos acordado un trabajo periodístico con varios trabajadores del Estado para que nos contaran sus vivencias como empleados públicos. Nos habían adelantado su cansancio, su hartazgo al ser utilizados y manipulados, de que les quiten de su salario cuotas para mantener al partido FSLN. Estas opiniones serían abordadas formalmente en un trabajo periodístico; sin embargo, el miedo y el terror que la dictadura ha logrado imponer se hace sentir en el tema de las fuentes, desde el ciudadano común, hasta el académico corren el riesgo de ser apresados por emitir su opinión sobre algún tema en particular.
Y es que la dictadura está en guerra contra el pueblo de Nicaragua. Basta recordar que han sido condenados bajo leyes espurias al menos nueve sacerdotes nicaragüenses por emitir sus opiniones contra el régimen.
“Mejor no, me da un poco de temor, se pueden dar cuenta y me puedo quedar sin trabajo”, dijo una de las personas.Otras respuestas fueron: “Yo no me meto en eso, es clavo”, “Si se dan cuenta, me corren y me echan preso”, “Ya pronto me voy a jubilar y no quiero perder eso”, entre otros comentarios.
Situación inédita
“Esto es inédito en Nicaragua. El antecedente histórico más cercano ocurrió en febrero y marzo de 1978 cuando el periodismo comprometido luchaba contra la dictadura somocista. Los tiempos han cambiado y ahora es más complejo, pero se puede hacer gracias a la tecnología”, refirió un experto en comunicación que, sí, solicitó el anonimato.
Pese a mencionar “fuentes anónimas”, el experto sostiene que “el periodismo independiente de Nicaragua ha alcanzado un nivel de credibilidad modestamente en los últimos años”.
“En Nicaragua se ha marcado un antes y un después en el periodismo no solo en la sociedad. La realidad es tan apabullante que cuestionan las buenas prácticas del periodismo para darle un espacio a la credibilidad comprensiva producto de condiciones objetivas existentes en el país”, comentó.
Periodismo como antesala de la memoria histórica
El periodismo es siempre la antesala de la historia. Los historiadores recurren a fuentes documentales, una de esas fuentes es el periodismo. Con el anonimato de las fuentes uno de los riesgos para los futuros investigadores sería, cierta ausencia de credibilidad, un panorama más trabajoso para las generaciones posteriores, no hay nombres. No hay periódicos circulando en Nicaragua. Sólo quedan las plataformas informativas que por las condiciones actuales no tienen la capacidad de recoger la mayor parte de los eventos políticos, sociales, económicos y culturales.
Un historiador nicaragüense consultado, señaló que este “fenómeno” de utilizar anónimos o alias en los medios de comunicación no es reciente y ha sido empleado por enormes corporaciones mediáticas “en forma disfrazada para generar opiniones públicas en favor de ciertos intereses” en las últimas décadas, lo que ha “generado la crisis de la libertad de expresión y de la libertad de criterio en el manejo de la información por parte de los periodistas”.“La profesión de periodista es una de las más difíciles actualmente porque hay una redefinición del rol del periodista (…) El anonimato siempre ha existido, el problema es que en el escrito aparece tu tendencia o tu posición, no hay que confundirse. Hoy el anonimato es para no revelar tal vez tus posiciones políticas o tus posiciones ideológicas debido a que hay una censura que no solamente proviene del gobierno, sino que proviene de los dueños de los medios de comunicación y de las cadenas de televisión. El único medio donde más o menos podés expresar tu libertad de expresión es en las redes sociales”, aseveró el historiador que también solicitó anonimato.
Un veterano del periodismo, cuya identidad también debemos proteger, dijo: “Sonará increíble para quienes apoyamos la Revolución Popular Sandinista que triunfó sobre la dictadura somocista, pero con el intenso y acelerado proceso de degradación del FSLN, el somocismo se quedó chiquito ante el totalitarismo actual, es decir, ahora son mayores, más fuertes, severas, asfixiantes, totales, las violaciones a la libertad de expresión. En el somocismo hubo cierres, multas y prisión, también destierro, pero no en los niveles de ahora en que hay un ahogamiento total y es casi imposible ejercer el periodismo en Nicaragua, pues todas las actividades periodísticas, desde la búsqueda de información, están criminalizadas”.
Agrega que en el supuesto de conseguir una noticia sobre algo adverso al régimen, “será prácticamente imposible publicar, y si se hace, a esto podría seguir la cárcel”. Por ello, –continúa– “los medios de comunicación nicaragüenses fuera del país se han vuelto imprescindibles para que la ciudadanía tenga alguna idea cercana sobre lo que está ocurriendo en nuestro país, porque los medios oficiales y oficialistas solo comunican propaganda, y los que hemos conocido como críticos y que aún operan en el país, han modificado sus políticas y evitan señalar al sistema mediante censura y autocensura”.
“Los periodistas que todavía laboran en Nicaragua se han visto obligados a recolectar información bajo extremas medidas de seguridad y a publicarla de manera anónima en los medios para no ser perseguidos por la Policía. El hecho de que casi cien periodistas estén exiliados, es una señal de que en nuestro país ocurre algo verdaderamente espantoso”, finalizó.
El primer experto consultado señala que los medios independientes han “demostrado con hechos el valor de la credibilidad”. “Además la gente contrasta lo que ve y lo que dicen las fuentes anónimas, el contraste es importante”, añade.
“Las circunstancias son totalmente diferentes a aquellas cuando los periodistas decían por pereza o comodidad ‘según fuentes de todo crédito’ o según ‘analistas políticos’ eso es historia. Hoy el periodismo tiene que reinventarse en el uso de las fuentes, polémico o no, hay que avanzar de lo contrario dejemos la profesión”, apostilló.
Sobre la autocensura de las fuentes, el experto advierte que los teléfonos celulares de estos podrían “estar intervenidos” desde las compañías de telecomunicación. “Nadie va a dar información fácilmente porque se conocen los riesgos”, subrayó.
Por su lado, la socióloga Elvira Cuadra, expone que en un contexto como el que está viviendo Nicaragua, se comprenden las razones por las cuales las personas prefieren mantener el anonimato o simplemente no hablar.
“Tiene que ver con un temor justificado que tiene la gente porque precisamente una de las cosas que ha hecho el régimen es dotarse de una serie de mecanismos y de dispositivos para coartar la libertad de pensamiento, la libertad de expresión y la libertad de prensa también”, declaró.
No obstante, la experta afirmó que “eso no afecta la credibilidad” de los medios independientes. “Creo no depende si están citados o no sus nombres. Tiene que ver con el contenido y la forma en que es elaborado el material periodístico”, aseveró Cuadra.
Citar “fuentes anónimas” se ha vuelto desde 2018 una práctica habitual en el periodismo independiente de Nicaragua. Proteger la identidad de los informantes es crucial para seguir informando la verdad sobre asuntos que el régimen pretende mantener ocultos.
Proteger a nuestros informantes es un deber necesario, pues de ello puede depender incluso la vida de estas personas.