
María Lourdes Arróliga (Lula) y María Lilly Delgado fueron las primeras periodistas en ser citadas por la fiscalía, el 25 de mayo de 2021 y a su salida de fiscalía ambas describieron, ante medios de comunicación que cubrían el hecho, el ambiente hostil que enfrentaron dentro de la misma y de cómo sin tener un proceso claro, objetivo y justo en minutos pasaron de ser entrevistadas a testigos y de testigos a investigadas.

Cuatro años después Lula recapitula los eventos y señala que el proceso que vivió fue misógino, pues el comportamiento prepotente y burlesco del fiscal Giscard Moraga le dejó claro que sus derechos fundamentales también fueron más vulnerados por ser mujer.
«La embestida contra Cristiana, «contra una mujer», evidenció ese lineamiento, dice la periodista. «Destinaron un centenar de policías para ejecutar el complot en su contra. ¡Era una locura!», enfatiza al recordar el arresto arbitrario del que fue víctima Cristiana, pues hubo exceso de fuerza policial para una mujer que en ningún momento puso resistencia a aquel secuestro judicial.
Lula no es la única periodista que denuncia la misoginia y machismo de los fiscales al interrogar a mujeres periodistas, otras periodistas citadas denunciaron ante ejecutivas de PCIN, que durante los interrogatorios tanto Manuel Rugama (“el perseguidor de periodistas”) como Giscard Moraga (“el verdugo de periodistas”) en más de una ocasión les levantaron la voz, hubo gritos y en algunos casos palabras groseras.
«No se me olvida la respuesta del doctor Maynor Curtis cuando hablábamos sobre mi entrevista en fiscalía, y le referí que, si el fiscal me gritaba como lo había hecho con otras colegas yo no lo iba a permitir, el abogado me dijo: defina que tan largo quiere su interrogatorio, son más duros con las mujeres, les hablan fuerte o les gritan para ponerlas nerviosas y tratar de confundirlas porque ellos creen que ustedes son más débiles y nerviosas», señala Abigail Hernández directora de Galería News, y quien en 2021, además, fungía como directiva de la Comisión ejecutiva de Periodistas y Comunicadores Independientes de Nicaragua (PCIN).

Hernández, vivió este caso fuera y dentro de Fiscalía, no sólo haciendo cobertura, también trabajando con sus colegas de PCIN en procesos de denuncia en medios de comunicación, emitiendo alertas y ejecutando protocolos de seguridad que pudiesen disminuir el riesgo de la reportería que daba cobertura a los interrogatorios de periodistas.
La periodista señala que le informaron sobre el citatorio un viernes 9 de julio a las tres de la tarde mientras sostenía una reunión con organizaciones defensoras de derechos humanos en la que denunciaba lo que estaba pasando en fiscalía, al notificar a PCIN y a su abogado sobre el citatorio inmediatamente le indicaron salir a una casa de seguridad, porque el modus operandis de los últimos meses indicaba que podía ser arrestada durante el fin de semana.
A pesar de la preocupante advertencia, Abigail decidió presentarse a la Fiscalía el lunes 12 de julio de 2021 tal como lo mandaba la cédula judicial, y consciente de las advertencias de colegas y abogados decidió cambiar de casa.
Para ella, la razón principal de su citatoria era «mapear a sus colegas. A mí me sacaron un papel y me pusieron un lápiz, que escribiera nombres y números de teléfono. Querían dividirnos, armar un caso en contra de Cristiana Chamorro, amenazar e intimidar a la prensa independiente y vieron la posibilidad de obtener otro tipo de información que les podía servir».

La periodista señala que la escena de aquella mañana de lunes era patética, una oficina pequeña con carpetas por todos lados y llena de personas: dos mujeres, una vestida de civil, otra con uniforme policial y un fiscal jugando al hombre peligroso que se acompañaba de un secretario “bobo” que ella caricaturizó en su mente como uno de los flamingos torpes de la Reyna Roja de la versión caricaturesca de Alicia en el país de las maravillas (1951), de Walt Disney.
El fiscal, a veces, pasaba de lo errático y confuso a la agresividad, y además de preguntarle por periodistas específicos, medios de comunicación, imprimir una de sus investigaciones y tirarselas en el escritorio, hablarle sobre sus años de experiencia como consultora, solicitarle información sobre sus últimos cinco trabajos, preguntarle sobre trabajadores de la FVBCH, sobre contratos, también tuvo tiempo de hacer preguntas que la periodista califica como incoherentes dada la situación «¿qué es el género?, ¿es usted intelectual?, acaso el comandante [refiriendo a Daniel Ortega] es el culpable de la desigualdad de género?».
Señala que fueron esas preguntas las que ella utilizó para hacerlo salir del guion, le habló sobre género, la familia y las desigualdades e inequidades que enfrentan las mujeres en Nicaragua y aprovecho para recordarle la inversión que el sistema judicial, con fondos de cooperación extranjera, había hecho para capacitar en esos temas a los funcionarios judiciales incluida la Fiscalía, eso lo alteró.
«¿Vos creés que yo soy tu pendejo? ¿soy su payaso? ¿Te estás riendo de mí? ¡Te la das de graciosita!», le repitió a Hernández en distintas ocasiones, dando palmazos en la mesa y mostrando colores en el rostro, una situación que cuatro años después sigue recordando entre risas y reconoce: «No voy a negar que me asustaba, pero también me daba risa hice muchos esfuerzos por no reírme en su cara, yo decía ya se enojó me va a echar presa».
Dadas las características de aquel interrogatorio la periodista afirma con indignación: «Me gritaron porque soy mujer». Manuel Rugama fue el fiscal que le gritó, golpeó con fuerza la mesa en más de una ocasión, usó palabras groseras y amenazó en tres ocasiones advirtiéndole que su situación de entrevistada podía cambiar en cualquier momento si no cooperaba con ellos.

«Imaginate que un hombre esté ahí todo empoderado, él es fiscal, yo estoy como supuesta testigo, pero desde la entrada me amenaza diciéndome que si no hablo y digo la “verdad” puedo pasar a imputada, como que si yo soy una criminal y me insinúa que estoy involucrada, que voy a llegar a hablar sobre triangulación de fondos» comenta Abigail, quién negó los señalamientos.
Recuerda que el fiscal nunca le dio su nombre, pero lo primero que le dijo es que estaba allí para hablar sobre «triangulación de fondos, es decir, de recibir dinero en nombre de otra persona».
La periodista estaba muy mentalizada en no dejarse amedrentar, sabía que su interrogatorio podía ser difícil, porque como le habían advertido otras colegas y los abogados «había más presión para las mujeres y en su caso los riesgos se duplicaban».
«También creo que sospechaban de mi trabajo en PCIN, pero sobre ese tema el fiscal hizo preguntas poco claras» afirma Abigail al referirse a la sospecha que la hacía enfocarse y prepararse mentalmente para no poner en riesgo a sus colegas.
La periodista recuerda que a su colega Cristopher Mendoza le preguntaron abiertamente que si era el presidente de PCIN, una figura que se asignaba a un Coordinador/a de Comisión ejecutiva y que por temas de seguridad no se hacía pública, un cargo que estaba en manos de Abigail Hernández y que los abogados le explicaron que a ella no le preguntaron por la organización posiblemente por el machismo. «PCIN ya es una organización importante no ven que sea una mujer periodista la que tenga la representación, ni una tan joven», asume.
Un machismo que de alguna manera jugó a su favor, pero que no eliminó la violencia jurídica en su caso, porque que la presión aumentó cuando la increparon sobre el por qué había hecho la investigación “Coco, un grito de auxilio”, momento en el que apareció una mujer, que nunca se presentó, pero a la que el fiscal le cedió el interrogatorio.
«¿De dónde sacó todo eso? ¿Quién está interesado en ese tema? ¿por qué lo hizo? – le contesté: porque el río se está secando en su naciente en Tapacalí y si ha sido nombrado geoparque debió informarse a la UNESCO y se deben tomar las medidas pertinentes, nadie nos mandó, vea en las redes sociales las denuncias sobre las sequías de los ríos», recuerda como detalle específico Abigail, para señalar que un fiscal y una supuesta fiscal tomaron turnos para interrogarla, una estrategia operativa que no había sido reportada antes por otros periodistas.
Luego de que aquella mujer o la “Doctora”, como la llamaba el fiscal, dejará de preguntar, la periodista indica que ambos sacaron la «genialmente loca» conclusión de que Galería News tenía una oficina de recepción de denuncias. «No hay tal oficina, la ciudadanía nunca deja de denunciar por más que cierren los espacios siempre encuentran uno», les aclaró riendo Abigail.
Un proceso extenuante que cerró con una amenaza: «No se olvide que usted va a volver a venir», le dijo con tono burlesco y prepotente el fiscal al salir de su oficina, luego de casi dos horas de ser interrogada.
A Patricia Orozco, periodista radial, exdirectora de Onda Local y adulta mayor, la sometieron a un proceso de cuatro horas, el interrogatorio más largo en los dos meses de embestida contra la prensa independiente, un proceso que también estuvo marcado por gritos y amenazas.

Argentina Olivas, directora de Radio Vos Matagalpa y también adulta mayor, fue citada en dos ocasiones y declaró ante medios de comunicación que, aunque no estaba asustada si le preocupaba la situación, pues nunca antes en su larga carrera como periodista había enfrentado un proceso que la persiguiera por su trabajo periodístico en defensa de los derechos de las mujeres en Matagalpa, al igual que sus colegas se vio forzada a exiliarse sobre todo para procurar la seguridad de su equipo de trabajo.

Abigail Hernández pasó tres meses desplazándose entre distintas casas de seguridad luego de que sufriera un intento de secuestro 8 meses antes de ser citada a la Fiscalía. Salió del país de manera irregular en octubre de 2021 y fue forzada al exilio luego de que se le informara que había una orden de captura en su contra si regresaba a cubrir las votaciones presidenciales del 5 de noviembre de ese año.
