Por: Abigail Hernández/26 de noviembre de 2024.
“Exilio” y “Migración” son dos palabras comunes en Nicaragua, que con todo y lo rudo de su significado, tienen su origen en una crisis ambiental detonó en una protesta que hoy tiene a gran parte del país disperso por el mundo.
La primera palabra es producto de la histórica crisis económica que el país enfrenta y la última es la brutal consecuencia de la falta de libertades civiles que el país afronta desde abril de 2018, allá cuando iniciaron las protestas civiles originadas por el incendio en la reserva de biosfera SOS Indio Maíz.
El 6 de abril de hace seis años inició una alerta ciudadana a raíz del incendio que, desde tres días antes, arrasaba más de 5000 hectáreas de bosque en la reserva Indio Maíz.
Desde las universidades y a través de redes sociales la comunidad universitaria y ambientalista denunciaba y exigía al régimen de Daniel Ortega atender el incendio que devoraba el bosque tropical húmedo más importante de Centroamérica, declarada área de importancia mundial en 2005.
La protesta fue callada por el régimen con la violencia represiva de sus fuerzas paramilitares y policiales. Aunque las lluvias apagaron el incendio forestal, las protestas reavivaron el fuego del descontento social.
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Leña al fuego y caso #OcupaINSS
A las protestas ambientales se le sumó el hartazgo social cuando el régimen quiso imponer unas reformas al Seguro Social que empeoraban las condiciones de vida de las personas jubiladas y trabajadoras.
Una serie de anomalías, la recurrente violencia estatal y el hartazgo social ante los abusos que vulneraban los derechos ciudadanos, llevaron a la ciudadanía a protestar contra el gobierno, que militarizó al país por órdenes Daniel Ortega y Rosario Murillo como mecanismo de contención y control social.
La estrategia de represión estatal bañó de sangre el país con más de 355 personas asesinadas por fuerzas policiales y paramilitares; desde entonces se instauró el terror como política de Estado.
Por ello hoy el 10% de la población de Nicaragua está en situación de exilio y migración, más de 1000 personas presas políticas en los últimos seis años y alrededor de 1000 personas desaparecidas, según diversas organizaciones de sociedad civil.
Panorama contaminado de un país sin futuro
El caos institucional y la impunidad de la violencia reinan en Nicaragua mientras las oportunidades del desarrollo económico, educativo, de salud y político del país peligran.
Ese caos violento, iniciado con las llamas en la reserva de biosfera y sostenido por las armas del régimen, es lo que nos que nos ha empujado a migrar o exiliarnos.
Entonces repentinamente tenemos que lidiar con un proceso emocional que se matiza de sentimientos de nostalgia, frustración o ansiedad…
Cuando te ves forzada a salir de tu país cuatro verbos se vuelven complejos de entender: aceptar, abrazar, permitir o abrir tu mente a nuevas formas de vida.
Algo se ancla en tu historia de vida, todo te duele; los olores de la calle te hieren porque no son los mismos de tu ciudad, el sabor de la comida te pesa en el estómago, el clima te molesta y todo dentro de tu ser está revuelto.
Recuerdo que una semana después de llegar a Costa Rica una persona también en condición de exilio forzado me dijo “no te opongas al cambio, fluí en este país o vas a sufrir”.
Al principio me pareció necia, pero luego entendí que sus palabras estaban cargadas de razón y empecé a abrir los sentidos y me di cuenta que en Costa Rica hay un desarrollo distinto al de Nicaragua: sus esfuerzos en temas de manejo medio ambiental no son un sueño, sino un orden establecido en la ley y se cumplen.
Sin plástico: un bolsito de tela siempre dentro de la mochila, cartera o tu morral
Mientras Nicaragua enfrentaba la peor crisis sociopolítica de su historia, Costa Rica trabajaba para convertirse en uno de los países 21 países del continente americano libre de uso de bolsas de plástico en comercios.
El proceso inició en junio de 2017, cuando el gobierno de Costa Rica anunció la puesta en marcha de la “Estrategia Nacional Costarricense para la Eliminación Gradual de Plásticos de un Solo Uso, con el objetivo de eliminarlos para 2021”.
En este impulso se fusionaron a distintos actores estatales y de sociedad civil como el Ministerio de Ambiente y Energía, Ministerio de Salud, Cámara de detallistas CANACODEA, Fundación CRUSA, Fundación MarViva y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Cultura de bolsas reciclables
Llegar a un supermercado sin un bolso de tela o bolso reutilizable, como le llama la modernidad, es un “suicidio” en Costa Rica: o regresás las compras o te toca pagarla típica bolsa verde de supermercado por 2 o 3 dólares.
Lo sé porque en una de mis idas al supermercado olvidé mi bolsa de supermercado, como yo le llamo, y antes de meter un queso y pollo en mi linda cartera Masaya preferí devolver la compra.
Es terrible caminar cuadras leonesas para nada, no había opción para mí ante mi terrible olvido, la bolsa plástica que me ofrecían era diminuta y reciclable, hubiese tenido que comprar unas 5 bolsas plásticas recicladas a riesgo de que se rompieran en la calle y por supuesto invertir 5 dólares en las mismas.
En Costa Rica, ya no se negocia la bolsa plástica: llevás tu bolso o pagás, es simple.
Y entre olvido y compras, una se va llenando de decenas de bolsas de compras reciclables de todo tamaño color y marca comercial.
Los olvidos se pagan con vergüenza
No he sido la única, mi colega Eduardo Cruz relata entre risas que a su llegada a Costa Rica también como exiliado, le tocó salir de una tienda con los calzoncillos y calcetines en las manos porque en la tienda no tenían una bolsa plástica.
“Por más que le dije a la mujer que no era posible que saliera con los calzoncillos en la mano no me dio una bolsa, simplemente no las tenía y me explicó que era prohibido por ley, me sentí avergonzado y molesto al salir de la tienda con todos los calzoncillos en las manos”, dijo Cruz.
Eso es algo impensable en la Nicaragua moderna en la que ya hasta los frijoles cocidos te los venden en doble bolsa plástica, porque ya no queremos cargar ni pichel ni pana para comprarlos.
Al igual que en Nicaragua, en Costa Rica el plástico se ubica dentro de los primeros tres productos contaminantes en el país; la diferencia es que aquí el Estado creó una ley que hace cumplir para alcanzar sus objetivos de Nación.
Del reino de las bolsas al país que las prohíbe
La iniciativa culminó con la aprobación de la Ley N° 9786 en 2019, que prohíbe el uso de pajillas y bolsas plástica en comercios, reservas forestales, centros turísticos, etcétera.
Según el Ministerio de Salud costarricense, de las 4 mil toneladas diarias de residuos que se generan en el país, el 11% corresponde a artículos plásticos, una cifra que intenta disminuir con su iniciativa de sustitución planteada conjuntamente entre Ministerio de Ambiente, Ministerio de Salud y el PNUD, entre otras organizaciones.
Las bolsas plásticas son un artículo de uso temporal y tarda años en degradarse contaminando el subsuelo, pero sobre todo los océanos.
Esta es una información que yo tenía mucho antes de salir de Nicaragua y por ello evitaba usar bolsas plásticas, aunque debo confesar que fue sin mucho éxito porque reconozco que allá en los últimos años ha habido un uso y abuso de la misma.
No hay pajillas de plástico se usan de cartón y no es por moda es una ley en el país
Mi amiga Carmen Ríos llegó a vivir a Costa Rica hace cuatro meses.
La idea de no usar pajillas de plástico aún le incomoda, al principio le molestaba el que no le pusieran una y al pedirla en un restaurante, bar o comidería la respuesta en algunos lugares es “no hay”; en otros te entregan una pajilla de cartón o papel.
Eso le provoca malestar: los líquidos no saben ni fluyen igual y como Carmen creo lo mismo, pero en lo personal me he adaptado con facilidad.
Ya no pido pajillas y siempre pienso que el océano ya no merece más basura sin sentido; ya ni las de cartón solicito.
Pero no todas las personas migrantes provenientes de Nicaragua en Costa Rica tienen las mismas experiencias.
“Yo ya usaba pajillas metálicas en Nicaragua porque se pusieron de moda los vasos metálicos que tenían sus propias pajillas”, señala Oralia López.
Afirma que esta es una muy buena opción para superar el uso de la pajilla y apoyar como migrantes a que Costa Rica cumpla sus objetivos.
“Desde Nicaragua tenía esa conciencia porque sé que muchas de las pajillas que usamos llegan al mar y las tortugas sufren porque se las comen, eso me preocupaba porque a mí me gustan mucho las tortugas”, señala la joven exiliada.
“Entonces mande a traer mis vasos y pajillas para usarlos aquí”.
Oralia es un ejemplo de transformación de vida, de esos deseos y sencillos cambios de comportamientos que surgen desde la adaptación fuera de Nicaragua, esfuerzos que allá se hacen dispersos sin apoyo estatal pues el medio ambiente no es prioridad para una dictadura que diariamente une todos sus esfuerzos para controlar militarmente a la sociedad como mecanismo de continuidad en el poder.
Reciclar la basura “el deseo frustrado de ambientalistas nicas” que la comunidad migrante logra experimentar en Costa Rica
“Seccionar la basura aquí en Costa Rica es súper diferente a Nicaragua, porque allá estaba acostumbrada a botar todo en una sola bolsa y aquí tenés que clasificarla, entonces eso fue uno de los primeros cambios que tuve que adoptar”, afirma Oralia, quien se asume como una migrante con conciencia ambiental.
No es la única: Julio López, también migrante y exiliado nicaragüense asume el reciclaje de basura como una decisión personal que le atrae desde hace mucho, pero que en Costa Rica se ha cimentado y fortalecido por la cultura ambiental del país.
“El proceso de reciclaje de la basura es algo que he aprendido de la cultura organizacional en la que trabajo”, dice.
“Allí hay una decisión de manejo de desechos, allí, las bolsitas de galletas se usan para rellenar botellas plásticas, todas las bolsitas que usamos en la oficina se limpian y se usan para rellenar las botellas que luego son entregadas a los camiones de basura, que trasladan el material reciclado para la construcción de eco bloques”, señala Julio.
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Es una práctica que ya no siente ajena a su realidad porque en Costa Rica el servicio de recolección de basura pasa tres veces a la semana; una vez para recolectar material reciclado, una actividad en la que las municipalidades están comprometidas.
“En el condominio donde vivo hay un espacio para poner la basura reciclable como cartón, vidrio, plástico, con el plástico hay una tabla de numeración sobre los tipos de plásticos”, dice López en referencia a la Ley para la Gestión Integral de Residuos N° 8839.
Esta clasifica los plásticos en 7 categorías, identificadas con códigos y numeraciones que usualmente se encuentran en la parte de abajo del recipiente o producto.
Aporte ambiental desde la adaptación cultural
López es una persona dentro de una comunidad de más de 350,854 nicaragüenses radicados en Costa Rica.
Poco a poco se ha ido adaptando a la vida en un país que aunque aún no se considera un territorio de éxito en temas de manejo de basura, en los últimos cuatro años viene realizando grandes esfuerzos por aminorar el impacto de sus desechos sólidos en el medio ambiente.
Y para ello ha hecho uso de las leyes para impactar de forma articulada en el comercio y el turismo, dos rubros de gran importancia para el país.
“He logrado desarrollar conciencia ambiental, ya participé en una recolecta de basura en Alajuela, recogimos media tonelada de basura; lo hice porque en la organización en la que trabajo se promueven estas actividades”, contó López, quien participó como voluntario y señala con orgullo que apoyó a la limpieza de un sector del país de la Pura Vida.