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Managua, Nicaragua 21 de diciembre de 2020.– En la víspera de otra toma de posesión, del otra vez presidente de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra, ahora acompañado de Rosario Murillo como nueva vicepresidenta de la república, me llegó la invitación de la Juventud Sandinista o lo que es lo mismo la JS de mi barrio. Aunque recién operada y con todos los pretextos válidos para decir un soberano no, la curiosidad me invadió y quise conocer cómo iba a realizarse la emblemática toma de posesión presidencial del 10 de enero de 2017.

Por Carter /  Galería News

Y me monté en la aventura como joven infiltrada en uno de los grupos más cuestionados por la sociedad nicaragüense, mi misión era saber qué hace una chavala en un día como JS.

Un viaje como ganado: carga y descarga siendo JS

El bus que nos tenía que pasar recogiendo llegó a la 1:40 de la tarde para trasladarnos al antiguo Estadio Nacional Denis Martínez, allí este bus se uniría a una caravana de vehículos que llevaban a decenas de jóvenes para ir en una sola marcha a la Plaza de la República.

Para ubicarlos, cualquiera que hubiese salido del Distrito II de Managua con destino el ruidoso evento a como era mi caso, tal vez no se hubiera preocupado por trasladarse en el incómodo bus, pero no,       “empezó el paseo de las vacas”;  sin dar explicaciones el conductor tomó la afamada “carretera norte” para hacer una gran gira de camión por casi toda la ciudad, para que al final llegáramos a los polvosos predios vacíos del lago de Managua, allí un montón de jóvenes ya estaban dispuestos en filas.

Chavalos y chavalas de los 10 distritos de la capital o de los distintos departamentos del país eran obligados a hacer fila bajo un inclemente sol de mediodía, parados sin sentido entre el calor y el polvazal que daba escenario al predio que servía de corral. La tarea era estar allí esperando de pie en una fila choricera que crecía.

Lea: El periodismo de hombres y mujeres de a pie que no han podido callar

A cada momento llegaba un nuevo bus con más gente y salía inmediatamente por una nueva carga.

Mientras documentaba esto me sometía a la tarea indicada por mi JS al mando, “esperar”, esa era la función de cada participante; debíamos estar en esa zona hasta que dieran la orden de hacernos ingresar a la plaza para acompañar a “Daniel” el comandante histórico del partido Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

El arreo: una sanitización de seguridad.

Luego de la larga espera mi superior asignada, dirigente juvenil y conocedora experta de las reglas del juego llegó entonces para alegrar a su grupo y anunciar que ya ingresaríamos a la plaza. La emoción terminó cuando nos informó que para entrar “¡hay que tomar algunas medidas!”, sino no pasas.

Allí, me dieron un golpe bajo que limitó las posibilidades de recopilación de pruebas: cero bolsos, nada de gorras, no botellas con agua, nada de comida y para los varones nada de aretes en las orejas; esta última se rumoró fue una orden del mero “comandante”.

Y literal como si se siguiera el protocolo de un matadero comenzaron a separar a los grupos aplicando distintas normativas, la más intensa e inquebrantable por la forma en que era explicada fue la de “cero permisos para ir al baño hasta que terminara el acto”.

Había inodoros portátiles, pero para nosotros los de la JS ¡no!, solo estaban de adorno “esas son las órdenes que escuché”, dijo mi dirigente. Ese es su nivel de disciplina.

Luego de las indicaciones y de buscar qué hacer con nuestras pertenencias seguíamos la fila, atrás dejábamos un rosario de casi 800 jóvenes que quedaban a la espera de su ingreso al acto de posesión.

Identificación

Entramos por el Paseo Xolotlán, doblando por la parte trasera de la antigua Catedral de Managua, antes de llegar a ese punto en el parque acuático nos dieron nuestras respectivas identificaciones (un gafete y una camisa); esta última entregada como el símbolo de un gran premio que con orgullo nuestra lideresa nos proporcionaba uno a uno permitiéndonos, además, elegir entre tres tipos de diseños. La felicidad máxima de esa juventud militante “cargar a Daniel en sus cuerpos y demostrar su apoyo total al partido”.

Al entrar a la plaza nos dividieron entre hombres y mujeres, eran ya las tres y cuarenta de la tarde, momento justo para demostrar nuestra capacidad de disciplina y amor a Daniel; seguir esperando por más de dos horas hasta que el comandante y la compañera arribaran para dar inicio al acto.

Aburrida y cumpliendo a cabalidad la disciplina del “no hacer nada”, hasta que lo más inesperado sucedió y mis ojos se abrieron.

La preproducción para las cámaras

Cada bloque estaba supervisado por un “compañero” para orientarnos lo que teníamos que hacer. Levantar la mano, cantar o bailar y sino bailabas nos llamaban la atención “¿Qué pasó compañero?, ¡levántese!”. Todo supervisado por “nuestro estimadísimo secretario de la Alcaldía de Managua” Fidel Moreno, que fiscalizaba cada último preparativo.

Mientras ensayábamos como si estuviéramos en un set de televisión a las 5:20 de la tarde, empezó el desfile de las “vacas sagradas sandinistas”, a diferencia de nosotros todos ellos frescos, descansados y carentes de sol en sus rostros; diputados, ministros, delegaciones internacionales y representantes de la empresa privada que mientras desfilaban ante la JS, se regodeaban entre los aplausos que estábamos obligados a darles y con ellos demostrarles una especie de admiración aunque no supiéramos ni sus nombres; pensé en ese momento que si les pusieran una alfombra roja hubiese sido fenomenal el show.  

La situación de los periodistas

Durante unos minutos pensaba en lo duro que era ser JS hasta que a los lejos observé a los periodistas progobierno; a ellos también los ubicaron en un lugar incómodo pues les daba en sus rostros de hastío todo el magnífico sol. 

Algunos de ellos tenían vestimenta de protocolo ochentero con su guayabera blanca y manga larga; vestidos como lo ameritaba el acto. No voy a mentir, se miraban interesantes y disciplinados; me causó risa, de verdad, se miraban elegantes y bien vestidos.

Más detalles de los JS

Esperar tanto tiene un costo mental porque nadie llevaba el control de lo orientado momentos antes de ingresar a la plaza; se dijo que Ort1ega juramentaba a las seis y cinco minutos de la tarde; lo cual no se cumplió.

Fueron envestiduras relámpagos, Rosario Murillo que no cabía de dicha juramentó a las seis en punto; su momento de triunfo fue eclipsado pues su esposo decidió apresurarla para asumir su tercer mandato; inmediatamente se puso al frente y a las seis con dos minutos de la tarde fue abanderado.

Para ese momento, yo percibía a la Juventud Sandinista un poco desanimada ante el discurso de Ortega, estaba lleno de lo mismo y parecían no tener motivación alguna, eran como robots listos para el siguiente paso practicado.

Era un aburrimiento en su totalidad, yo ya estaba “ahuevada”, cansada al extremo, había esperado más de cinco horas; sin agua, sin comida, con la prohibición de ir al baño, sin lavarme la cara que sentía reventada por el sol y mi cuerpo empezaba a boicotear la misión.

Se los juro, rezaba que no hablara el presidente inconstitucional de Venezuela Nicolás Maduro, menos el expresidente de Bolivia Evo Morales. Yo romántica buscaba fuerzas y motivación para aguantar, hasta que la encontré en la luna, ¡jodido, ya era de noche!

Lo único risible fue la acción vulgar que Daniel Ortega le hizo al expresidente del Consejo Supremo Electoral (CSE) y sancionado por el Gobierno de Estados Unidos Roberto Rivas, a quien acusó de fraude en las elecciones presidenciales de 1996 y del 2001, donde ganaron los candidatos liberales Arnoldo Alemán (1997-2002) y Enrique Bolaños (2002-2007) y lo acusó de gozar de los beneficios de la visa norteamericana. Todos en la plaza estaban riéndose, allí ningún líder JS podía controlar la situación; mientras Rivas estaba sonrojado y se escondía detrás de quienes lo antecedían en el escenario.

Cuando todo terminó, nos teníamos que quedar en nuestros respectivos lugares, así era la orden. Primero tenían que salir los invitados especiales, los diputados.

Vi pasar al criticado y acusado de corrupción Byron Jerez; en ese momento sentí mucho enojo y el deseo inmenso de tener un huevo en mis manos para tirárselo; acción que haría cualquier nicaragüense afectado por los robos y las injusticias orquestadas por el poder concedido. Cabe destacar que en ese momento no era periodista, era una ciudadana común abusada en mi dignidad y asqueada de tanta “podredumbre” de la que los empresarios, también, eran cómplices.

Luego de ese momento incomodo, se sumó una comisión empresarial al desfile de las “grandes personalidades” que acompañaban a los presidentes; ellos se pavoneaban frente a la Juventud Sandinista destrozados de cansancio, pero obligada a aplaudir con todas sus fuerzas, gesto que le encantaba a los representantes del sector empresarial que nos observaban como suplicando aplausos y saludos.

El golpe más bajo de la JS

Se acabó el tereque, como decimos popularmente, luego de otra hora más logramos salir. ¡Sorpresa! los buses y mi “lideresa JS” desaparecieron, ya no intentaba congraciarse conmigo para contar con mi presencia, no me llamó para saber cómo iba a regresar a mi casa, nada. Era un silencio total, ni el hecho de vivir en las inmediaciones del Reparto El Carmen y ser casi vecina de la dupla presidencial sirvió para ser bien tratada; entendí que ese día era una JS, una chavala más del montón utilizada para saltar, bailar y gritar ¡viva Daniel!

Sola y abandonada a mi suerte como otros más llegué a pie hasta la gasolinera Puma de Plaza Inter, llamé a mi padre para que me pasara buscando. Mientras esperaba pensé en lo duro que es ser integrante de la JS. Estar bajo un mando, ser disciplinada y actuar como marionetas aburre, pero también humilla.

Hasta cierto punto me sentí incómoda, estar uniformada con aquella camiseta, aplaudir cuando no quería y hacerla obligada para no ser regañada.

Hice un plan secreto de rebeldía, a veces no aplaudía, no lo hice específicamente cuando se presentó a Nicolás Maduro y a Juan Orlando Hernández, presidente electo de Honduras. Quiero decirles que no fui la única.

Luego en mi casa, intenté relajarme, usar un baño, sentarme, tomar agua, comer y darme una ducha para sacarme kilos de polvo y la esencia espesa de mi sudor, para después publicar algunas fotos en mi Facebook, con el titular “Un día como JS”. Inmediatamente un periodista me preguntó si era hippie, partidaria u oposición, a lo que respondía que solo estaba como una ciudadana curiosa que necesitaba saber que era ser una JS. 

Es terrible, un JS es un juguete sustituible a conveniencia de un partido político.